La más fiera de las
bestias – Lucas García
(Reseña)
Despiertas, a tu alrededor paredes blancas y una
bombilla que no alumbra lo suficiente, Aunque apenas abres los ojos sientes que
llevas realmente mucho tiempo dormido. No recuerdas nada.
Las acciones rutinarias te resultan
extrañas, no recuerdas ningún rostro, sin embargo, algo te dice que tú no
deberías estar allí.
Te tortura, buscan extraerte información,
“¿Por qué las mataste?”, continúa la tortura, comienzas sin proponértelo a diseñar
el plan de escape.
Lucas García, autor venezolano, se aprovecha
de esta supuesta ignorancia para trasladarnos a una Caracas diferente, toma uno
de los grandes temores humanos y nos restriega en la cara a través de frases
cortas llenas de acción, remontándonos a lugares conocidos con escenas dignas
de Hollywood.
¿Quién espera despertar y ser un don nadie?
Pero no solo eso, dentro de la ignorancia aparece el reconocimiento y podemos
visualizar como el instinto de supervivencia es superior a cualquier amnesia,
es así como nuestro protagonista descubre cualidades físicas, entrenamiento,
medicinas, escondidas allí dentro de su psique. García, decide mostrarnos en
esta novela corta, varias facetas entra las que es posible destacar la social y
la psicológica, ¿qué tanto somos capaces de recordar sin recordarnos?
Esta novela se encuentra dividida en tres
episodios bastante claros: El despertar, La huída, y El reconocimiento. Nuestro
personaje no es un héroe, es un matón, alguien que pasa de víctima a victimario
con destrezas a lo Chucknorris, habilidades que lo ayudan a salir de aquella
tortura constante y ubicar, con uno de los líderes de la mafia venezolana: El
Sr. Cruz, Necesita ahora, a toda costa, saber quién es porque sólo su paradero
sigue ausente pues, su presente es el de latente recuerdo de aquel lugar con
lozas azules y el torturador con el pasamontañas. Cruz decide ayudarlo
(Obviamente su propio beneficio está de fondo) y es cuando descubre que ni sus
propios torturadores saben nada de él. No detiene la búsqueda.
Encuentra su casa, sus recuerdos que le
resultan tan ajenos, se descubre con juez autónomo imparcial e inclemente,
incluso para sí mismo. Sólo le faltó ser su propio verdugo, pero se aseguró de
que nada fallara: Sus últimos años, la tortura, la condena, todo era parte del
propio infierno en que estaba consumiéndose y del cual nunca podría salir. De
esta manera, García usa un tópico universal y nos traslada a nuestra realidad.
Yendelki Pérez
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