¿Qué significa ser un villano?
Muchos a esta altura ya habrán visto
una de las películas más ambiciosas del universo cinematográfico,
independientemente de ser fanáticos o por simple curiosidad, ya que ha sido
catalogada como el “crossover más
ambicioso de todos los tiempos”; sí, estimado amigo, en esta ocasión
estaremos hablando acerca de Avengers: Infinity War, de Marvel. Película
controversial, película millonaria –en todos los aspectos–, con una producción
impecable y muy poco de lo cual criticar que pueda llegar a ser catalogado como
“mal”, no solamente por la amplia gama de personajes sino por un hecho que casi
nunca se había visto en pleno siglo XXI, en el ámbito filmográfico: Expectativa
real.
Sin embargo, ¿Qué es lo que el
espectador realmente esperaba? ¿Qué generó que millones de fans regresaran a su
infancia al momento de ver el logo de Marvel en aquella cinemática del inicio?
¿Cuál fue el verdadero secreto de Marvel que resultó en millones de
recaudaciones a nivel mundial, no solo monetariamente hablando, sino también a
nivel de seguidores por el mundo? Muchos dirán que la espera, ver la
consumación de 10 años de trabajo fílmico, 10 años de escenas post-créditos, 10
años de cameos de Stan Lee, 10 años de llegar al cine como con cualquier película,
y salir con ganas de seguir en la misma línea.
Otros, afirmarán que fue la
publicidad, la cantidad alucinante de vistas en YouTube con cada tráiler, el
incremento de mensajes en la red hablando acerca de ella, o las incontables
entrevistas al numeroso grupo de actores presentes en la cinta de Marvel. Por
supuesto, siempre hay una tercera vía que pensará distinto acerca de las causas
de la fama de Infinity War, y no estaría más correcto que los demás puntos de
vista; pues precisamente, en esta ocasión, no se quiere mostrar porqué triunfó,
sino una de las causas del porqué lo hizo y que quizás sea la de mayor impacto
a nivel de la cinta.
Efectivamente, estamos hablando
acerca de: Thanos, el antagonista, el más grande de los villanos en el Universo
Cinematográfico de Marvel (UCM). Puede sonar menos, dado ya dos puntos de vista
cuyas bases parecen más firmes, o incluso ridículo, dado que podría ser
fácilmente incluido en la espera por ver la consumación de 10 años de filmes
por parte de Marvel, pero no, si se piensa así, no se podría estar más
equivocado.
Póngase rápidamente en contexto
esto, de la siguiente manera: Así como las primeras dudas planteadas no podrían
ser menos intrigantes, es preciso preguntar “¿Qué hace realmente emocionante a
una película?” “¿Por qué las películas de acción suelen tener tanto nivel de
taquilla?” “¿Será acaso que una comedia es realmente tan buena que llama más la
atención que un simple drama cotidiano?” La respuesta a todo esto es, como ya
lo habrá supuesto usted, querido amigo, la trama.
Una trama que envuelva
desaforadamente al espectador, da como resultado una historia inolvidable, cuya
crítica no puede ser más mala que comer con los dedos, ni tan perfecta que no
te ponga a dudar de su perfección.
Dicha
trama, pues, aunque no nos demos cuenta, la genera un solo personaje, un ser
cuya inteligencia y magnificiencia se base en hacer dudar de si en realidad
estamos haciendo las cosas bien; de si todo con la sociedad está bien. Sí, el
villano logra esto, y únicamente él es e personaje que debe, y está en toda
historia. Una comedia se basa en solo hacernos pasar un buen rato, pero hasta
en eso hay un villano: Lo que no es cómico. Un drama se basa en hacer aflorar
nuestros sentimientos, pues su villano es la crueldad o cotidianidad del mundo,
contrarrestado por el amor (Que dicho sea de paso, es el sentimiento que
prevalece siempre hasta en el drama más pequeño). Por último, es necesario
decir, pues, que en una película de acción surge el villano, solo que es más
difícil que eso, ya que: No todos son villanos.
Todos
recordamos a Anthony Hopkins y su grata actuación como el Dr. Hannibal Lecter,
en El Silencio de los Inocentes;
nadie tiene permitido olvidar a Jeremy Irons, en Duro de Matar, y la manera en que nos hizo dudar de que en
realidad, incluso el invencible Bruce Willis podía morir; y por supuesto, no
existe un solo cinéfilo que pueda considerar una mejor representación de
villano que la del Joker del difunto
Heath Ledger. Todos, ejemplos claros de antagonistas que hicieron historia;
ninguno, siendo descriptible en pocas palabras del porqué triunfaron.
Sin
embargo, es aquí donde surge la verdadera clave del éxito de Infinity War: ¿Qué hace realmente a un
villano lo que es? ¿Qué genera la representación fiel de un antagonista? Y,
sobre todo, ¿Por qué amamos a un buen villano, si se supone que es el malo?
Fácil encontramos la respuesta en Josh Brolin, y su actuación como Thanos, el
titán de Marvel: Cambiar nuestra perspectiva del bien y del mal.
Observándolo
desde los ojos de Nietzsche, esto parece claro; algo que va más allá de la
moral siempre resultará atractivo para la parte más pasional del ser humano,
siendo un festín para el psiquis. Sin embargo, no es un análisis psicoanalítico
del personaje, no nos encontramos en una cabina de la verdad frente al Titán
para sacarle el trasfondo de sus actos, ni mucho menos nos hallaremos en
evaluar si lo que hizo va con o contra la sociedad, estamos para deducir el
secreto de la trama de la mejor película de Marvel en 10 años de recorrido
fílmico.
Thanos,
desde ese punto, significa el cambio trascendental de los villanos patéticos y
simplones de Marvel, al oscuro y misterioso antagonista que –desde una
perspectiva fría– no hace las cosas malas porque sea malo, sino porque para él,
en eso se basa hacer el bien. Es que, precisamente, un villano no es villano
por los actos que haga, sino por la explicación que le dio a ellos. El Joker de
Ledger, desde ese punto, y a pesar de ser una comparativa fanática entre DC y
Marvel, nos demuestra que no se basa en planear las cosas, solo dejar que las
cosas sucedan, pues si va a ocurrir algo “mal”, es mejor no estar “So
serious…”.
Siguiendo
con esa línea, es preciso culminar en los tipos de justificación que hacen de
un villano común, uno memorable: Se basa en no poder distinguir entre quién es
el bueno, y quién es el malo, claro está, pero desde una perspectiva sumida en
la realidad de esta sociedad retrógrada que nos enseña cada día que pasa, que
nos controla sin sabernos, y nos vigila sin contestarnos; todo un festín para
la literatura de Orwell, sin duda. ¿De qué manera? Nos sumiría, pues, el
verdadero villano, en una situación incómoda e inaudita cuya ventaja parecería
para ninguno, aun siendo para él, en la cual nos quiebra sin un solo golpe mas
con una pregunta sencilla: ¿Qué harías tú?
¿Qué
haría usted, amigo Lector, a sabiendas que ya no puede subsistir a su mitad
derecha del cuerpo, puesto que está repoblada de bacterias y daños colaterales
de anteriores golpes? ¿Qué podría hacer cuando, de pronto, ve surgir un hoyo
negro de destrucción en la mitad de su casa, pero que no ha logrado succionar a
la otra mitad que es donde tiene las cosas más importantes de su vida? ¿Cómo
podría solucionarse esa situación? Preguntas como esa, caracterizan los actos
de Thanos para con el Universo, cambiando nuestra realidad, nuestra visión de
cuánto realmente puede llegar a sentir un “sin sentimientos” villano, como se
le podría catalogar.
No
era la medida correcta, sí. Pudo haber hecho algo incluso mejor con el
Guantelete más poderoso del Universo, claro que sí. Incluso, pudo pensarlo
indefinidamente al poseer la Gema del Tiempo en su poder. Sin embargo, un
verdadero villano no piensa, no cree, no sueña, considera y opina que eso que
está haciendo está bien, y que si no actúa pronto, los paganos habrán de sufrir
más y más, el “mal” se propagará, o el fin de los “buenos tiempos” vendrá; en
cierto modo, que es lo peor, sabemos que tienen razón.
Dicho
esto, podemos decir que Thanos lo logró: Logra consumar los 10 años de espera
que Marvel ha generado con sus villanos un tanto… cambiantes a través de su
trayectoria cinematográfica, y en esta ocasión, genera ese sentimiento de
querer más, de desearlo más, pero ¿Qué cosa? Entenderlo, entender el porqué de
sus actos, de porqué eso que hizo pudo haber salido mejor, pero no lo pensó;
querer entenderlo en el sentido de conectarnos con él, y no decir, “Maldita
sea, yo hubiese hecho lo mismo”, porque si nos damos cuenta, Thanos llega a resultar
más humanos que los propios Vengadores, y más benevolente que cualquier, al
resistir la pena.
Es
por esto que Infinity War, al final
de sus minutos de película, logra quedar estático al espectador, no en el
sentido físico, sino mental. Da un cambio a la perspectiva de la persona, que
esta quiere, con fervor, volver a ver qué fue lo que lo ha dejado así; el
porqué no puede reaccionar críticamente ante esto que acaba de ocurrir con la
magia de la post-producción cinematográfica. Es una película que, a pesar de
que merece su reseña, nos enseña que las tramas se forman, no se logran, y que
sin un buen villano, no se avanza, porque al fin y al cabo: ¿A quién no le
gusta cambiar de parecer, solo porque sí?
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