Por Yendelki Pérez.
Determinar una simbología del color no es tarea
fácil si tomamos en cuenta que muchas veces este pareciera pasar desapercibido;
sin embargo, no es un secreto que los colores tienen el poder de transmitirnos
sentimientos, emociones, son capaces de demostrar y de calmar o alterar.
Para autores como Frederick Portal, en el inicio
todos éramos capaces de entender el lenguaje simbólico del color y estos
seguían patrones y normas establecidas (pocas veces alterados) pero, con el
transcurrir del tiempo estas capacidades se fueron perdiendo hasta el punto en
el que es posible considerar que el símbolo se convirtió en signo.
Es
importante señalar que el hecho de asignar un patrón de significado a una
imagen hace que el carácter del símbolo se vaya desvaneciendo, no obstante, hay
estándares universales que tratan de mantener la idea simbólica de forma clara,
esto recordando las principales características del símbolo: la espontaneidad y
la vida (el símbolo no se planifica y no posee un sentido cuadriculado sino
abstracto).
Portal,
ya mencionado con anterioridad, asigna tres planos para el simbolismo del color
que podrían establecerse como:
1.
Espíritu,
al que llamó “lengua divina”,
2.
La
proyección a la que llamó “lengua sagrada” y
3.
El
físico – tangible al que llamó “lengua profana.
Explicadas de forma simple se entenderían de la
siguiente manera:
1.
Lo
que creo
2.
Cómo
lo muestro a los demás
3.
Cómo
lo represento
En la simbología del color, Portal se asegura de
recalcar el hecho de que se trabaja con los colores puros, sin matices.
En ese sentido, el primer color a trabajar será el
color blanco. Dentro de todas las mitologías, el origen de los colores deriva
principalmente de dos (2): Luz y Oscuridad, es decir, blanco y negro, aunque
estos no son considerados como colores propiamente dicho puesto que representan
la ausencia o la presencia, sin embargo, de ellos derivan todos los demás.
El color blanco (la ausencia) relacionado con la
luz, da origen a toda la escala del color así como Dios da vida a la tierra.
Considerado dentro del primer plano, el espiritual, este color está relacionado
precisamente con la presencia divina, con el ente creador, con la pureza.
Representa la lucha de la luz contra la oscuridad, la inteligencia contra la
ignorancia, la fe, la creencia; todo esto proyectado en las vestiduras, o en
los emblemas, orienta la búsqueda de la unidad con esa divinidad, de esta
manera, el segundo plano, el de la proyección, estará representado por esa
visión, esa búsqueda ya mencionada.
Finalmente,
el plano material estará representado por las manifestaciones de aquello que
reconocemos y asociamos, por ejemplo: debido a la pureza, el blanco está
asociado a la castidad, a lo virginal, de manera que se asocia a la franqueza,
a la unión, a valores orientados hacia el aspecto más puro de lo humano, al
humano que busca lo divino. En ese sentido, los tres planos logran la
coincidencia puesto que este color está conectado siempre con el punto de
partida: Conexión con Dios; es por esta razón que para muchas culturas en la
antigüedad, el luto también se llevaba de blanco, tanto como el vestido de
novia o las vestiduras del sacerdote. Sin olvidar lo propio, obviamente, el
símbolo es símbolo siempre que esté vivo: sea practicable y palpable, no con el
entendimiento lógico sino con la creencia, algo cursi, del sentimiento.
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